Las de la última fila es una de las mejores series de mujeres que hemos visto en los últimos años, hecha con exquisito mimo, pone de relieve multitud de matices que nos atraviesan y hacen que nos identifiquemos con todas y cada una de las protagonistas.
AMIGAS PARA SIEMPRE
Antes de la pandemia me planteé con un grupo de amigas del instituto la posibilidad de escaparnos juntas un fin de semana al año para ponernos al día de nuestras vidas. La vida nos lleva a un ritmo frenético en el que no encontramos la forma de tener tiempo para nosotras, no paramos a escucharnos y esta fue la premisa: a ver si somos capaces de mantener un compromiso con nosotras, un compromiso de amigas, de amigas para siempre. Esto es lo que muestra Las de la última fila. Es cierto que escribo tarde sobre esta serie de Netflix, pero es que no me dio la vida para hacerlo antes porque quería hacerlo bien.
Fue una de mis amigas de la banda del fin de semana al año, la que me llamó y me dijo tienes que ver esta serie, te va a encantar y tenía razón, me encantó en muchos sentidos pero sobre todo me encantó que un director, Daniel Sánchez Arévalo fuese el creador de esta delicia de serie para mujeres, porque es para mujeres aunque me consta le ha gustado a muchos tíos también. Me hizo pensar: joder hay esperanza!, y hay mucha esperanza en los hombres de nuestra generación, aunque les pase lo que a nosotras, que pasan desapercibidos.

¿Cómo es posible que este guión se ajuste tanto a las cosas que nos pasan a las mujeres alrededor de los 40? Pues porque Sánchez Arévalo, que llevaba varios años con esta idea en mente, ha escuchado mucho a las mujeres de su alrededor, pero también se ha mirado dentro, muy dentro para mostrar la fragilidad, para dejar patente lo vulnerables que somos. Y es que lo somos y mucho. Las mujeres al llegar a una determinada edad nos preguntamos si estamos donde queríamos estar. La mayoría nos sentimos arrastradas sin tiempo para pensar.
LAS DE LA ÚLTIMA FILA
Esta serie de Netflix es un canto a la amistad, pero también una manera de hacernos parar y fijarnos en lo que es realmente importante: la enfermedad, la vida, la maternidad, la pareja, la soledad, los traumas y las adicciones cruzan las historias de las protagonistas en las que encuentras amor y daño al mismo tiempo. Exactamente igual a la vida real, nadie tiene una vida perfecta y a todas nos duele algo, no obstante sobrevivimos mirando adelante o sin tiempo para pensar y parar a compartir con los demás de vez en cuando, nos hace sentir que estamos vivas.
Es normal que tuvierais un poco de miedo, mostrar miedo te hace más fuerte.
La ficción de Sánchez Arévalo consigue exactamente eso, que el grupo de cinco amigas estén en el aquí y ahora, que recuperen sueños perdidos, que se escuchen desde dentro y que se atrevan a ser quienes dejaron de ser. A través de unas vacaciones en las que adquieren el compromiso de raparse la cabeza debido a la enfermedad de una de ellas, juegan a atreverse a hacer cosas que no harían en su vida, juegan a romper con su rutina, dejarse llevar, algo que hace tiempo no hacen. Necesitan compartir que se sienten vivas, algo que nos pasa cuando no salimos de el ritmo infernal de la rutina.

Las mujeres de más de 40 solemos darnos cuenta que hubo un momento en que nuestra vida dejo de ser nuestra para convertirse en la de nuestra pareja y sobre todo, las madres, de nuestras criaturas. Hay un hito en la vida de una mujer que difícilmente tiene vuelta atrás y es cuando dejas de tener nombre propio para convertirte en madre de... Cuando quieres darte cuenta de esta situación has perdido varias parcelas de identidad, de intimidad, de autorealización y esto nos duele tanto que no podemos soñar otra cosa que tener un fin de semana para nosotras , un día al mes para nosotras, un momento para nosotras.
El verdadero viaje empieza ahora